LAS HORMIGAS BLANCAS
Las hormigas blancas, llamadas termitas, en África
levantan impresionantes hormigueros de varios metros de alto y duros como la
piedra. Dado que el cuerpo de las termitas es blando, por carecer de la coraza
quitinosa que protege a otros insectos, el hormiguero les sirve de caparazón
colectivo contra ciertas hormigas enemigas, mejor armadas que ellas. Pero a
veces uno de los hormigueros se derrumba, por culpa de una riada o de un
elefante (a los elefantes les gusta rascarse los flancos contra los termitos…).
En seguida, las termitas-obrero se ponen a trabajar para reconstruir su dañada
fortaleza, a toda prisa. Y las grandes hormigas enemigas se lanzan al asalto.
Las termitas- soldado salen a defender a su tribu e intentan detener a las
enemigas. Como ni por tamaño ni por armamento pueden competir con ellas, se
cuelgan de las asaltantes intentando frenar todo lo posible su marcha, mientras
las feroces mandíbulas de sus asaltantes las van despedazando. Las obreras
trabajan con toda celeridad y se ocupan de cerrar otra vez el termitero
derruido… pero lo cierran dejando fuera a las pobres y heroicas
termitas-soldado, que sacrifican su vida por la seguridad de las demás.
Fernando Savater. Ética para Amador. pp.24-25
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